Con estos días fríos y con
la cantidad de ropa que traía él, tuvimos que comenzar a quitárnoslo todo antes
de abrir la puerta del departamento.
Él, que estaba consciente
de que parecía un oso con tantas capas de ropa, se reía con mi rostro de sorpresa
al ver que quitaba, quitaba y quitaba prendas pero aún no era suficiente.
-
¿Tan friolento eres? – Pregunte a Hyde, quién no dejaba
de mantener la mirada divertida. – o… ¿Es que asaltaste un centro comercial
antes de vernos? – le insistí mientras lo ayudaba a quitarse una camiseta que
traía debajo de otra camiseta y entrabamos al interior del departamento.
-
No pero… no te vayas a reír…- mordió su labio nervioso, ´” ¿Qué? ¿Ahora
qué?” pensé mientras creía que nada me podría sorprender. Él se acomodo en la
cama y se quitó sus botas. Se cae una bota, se cae la otra y ahí vi unos de
esos calcetines que no esperaba en un hombre que desde hace mucho tiempo, se
vestía solo.
Calcetines
del principito. Si, del libro.
Nunca se
los quitó en todo el tiempo y fue para mejor, así el tuvo sus pies bien
abrigados en todo momento, y yo, mientras ponía sus piernas en mis hombros, recordé que lo
esencial es invisible a los ojos.
Autora: ConstanzaA.
Créditos a relatosdeunwncaliente